La historia comienza en mi antiguo trabajo reparando flippers, perdido en una súbita partida a escondidas de mi jefe, mi compañero Cacho, parado en el flipper contiguo, me dijo desde sus cincuentilargos: “vos tenés que conocer a un amigo mío” no sabía que ese “amigo” sería Horacio Lista, Luthier parco de profesión.
Pienso que la misma intuición de Cacho fue la que llevó a Horacio a dejar de lado su hermetismo para abrazarme como discípulo del oficio que más tarde se convertiría en mi pasión. En ese taller estaba condensado todo lo que realmente me interesaba; la electrónica, la mecánica, la madera, la música y el diseño. El resultado; un instrumento musical.
Una guitarra eléctrica, artilugio que desde la década del 40 muchos consideran una forma resuelta y definida, es para mí la oportunidad de desafiar esa mirada estanca.